jueves, marzo 21, 2019

EL FIN...


                                                                                       

Querido tu:
Hoy sentada aquí, en este bar, mirando la lluvia caer por la ventana, me puse a rememorar nuestra vida juntos. Yo, al conocerte era una niña, joven e inexperta, me enamore cuando no debía y de quien no debía, aun así, me enamore. Te regale lo mejor de mi vida, sin pensar en las consecuencias que eso conllevaba, yo solo te amaba.
Desoyendo todo consejo, peleándome contra el mundo y destrozando a las personas que me amaban de verdad; cogí mis sueños, mis esperanzas y las metí en una bolsa de basura, y fui detrás tuyo, aun sabiendo con seguridad, que tu ya tenias el alma marchita, que estabas herido, sin embargo, creí ciegamente en ti, en tus promesas.
Me invente un mundo maravilloso, donde solo existíamos tu y yo. Que incredulidad la mía, ya que desde un principio, tu fuiste muy sincero y me habías confesado, que no me querías, que seguías enamorado de ella, aun sabiendo esto, yo quise o mejor dicho, me auto-convencí de que terminarías amándome, que solo debía tener paciencia. Ahora, con el tiempo, me di cuenta que nadie puede cambiar la voluntad de otra persona.
Pase contigo penurias, a las que yo no estaba acostumbrada, te di todas mis fuerzas, hasta llegar al cansancio extremo, me hice cargo de responsabilidades, que ni siquiera eran mías, acepte sin rechistar todos tus desplantes y hasta deje que me rebajaras a más no poder, aun así, no logre nada, solo hacerme un daño indescriptible.
Pensé, que haciendo todo esto, te darías cuenta de que existo, y empezarías a darme un lugar en tu corazón, y como arte de magia me amarías y lo que llegue a conseguir, fue hundir mi dignidad de una manera penosa.
Ahora, cuando la vida me ha dado más experiencias y muchos años encima, me di cuenta, que en gran parte, todo lo que me ha pasado a tu lado fue, es y sera culpa mía; por dejar que me pisotearas, de tal manera, que has roto mi ser en trizas, por no escuchar a todos los que me decían que tu no valías ni una lágrima mía, por estar justificándote siempre, por ser tan idiota y creer en ti sin cuestionarte, por perdonarte una y otra vez, por solo pensar en ti y en ningún momento en mi, por no respetarme, ni quererme, ni darme mi lugar.
No quiero hacerme la victima, solo hoy quiero cerrar esta historia que me ha hecho mucho mal, sin dejar nada en el tintero, hablar de esto, que aun a día de hoy me duele y no me lo perdono a mi misma, y no creas, que todo esto es porque aun te amo, ese sentimiento ya murió hace mucho tiempo.
Hoy, de una forma, sincera y honesta, te perdono, por todo lo que me has hecho, de manera directa e indirecta y te pido perdón, por todo el mal que yo a ti te he podido hacer, por rabia o por despecho.
Aunque se, que esta carta nunca lo leerás; para mi es una manera de ponerle fin a nuestra historia, es una forma de terminar este largo duelo, es dejarte marchar de una vez, es decirte adiós para siempre, es curar mis heridas.
Solo deseo, de corazón que con el tiempo; tu hayas sanado, hayas podido volver a amar y hayas sido muy feliz, como yo lo he sido y lo soy.
Por ultimo, te doy las gracias por todo lo que sin querer o queriendo me hayas dado, por haberme enseñado el amor, el desamor, por darme humildad, por enseñarme que es la autoestima y por el tesoro que me has dado fruto de mi amor por ti, gracias.
Me despido de ti para siempre y que las bendiciones del universo te acompañe toda tu vida.

                                                                                            Yo...

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