En el conteo del tiempo, entre risas y
llantos,
entre caricias y besos, entre palabras
y silencios,
nos vamos despidiendo para siempre.
Un siempre, que suena a vuelta de
esquina,
cuando fervientemente,juras que ya no
caerás.
Y vuelves, una vez más, entre sus
brazos,
escuchando, desgastadas promesas y
relatos,
actuando, como si no hubiese ocurrido
nada,
paseando, enamorados de la mano,
diciendo nada, y callando todo,
pintando con oleo días felices e
imágenes tristes,
emociones oscuras, y noches
apasionadas,
escribiendo, la historia con metáforas
e ironías.
Hasta que, llega el momento de la
amarga despedida,
y todo vuelve a empezar, como el pez
que se muerde la cola,
repites,”un nunca más”, juras,
“un no volveré”,
y declamas con timidez un “hasta
siempre”,
con promesas vehementes, “de volver a
verlo sin falta mañana”.
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